¿Cómo motivar a un niño o joven que no le gusta la actividad física?
Los niños y jóvenes presentan diferencias en sus respectivas etapas de desarrollo, madurez y percepción de la realidad. En este sentido se presentan algunos consejos que faciliten la motivación hacia la práctica regular de actividad física en niños y jóvenes, con fundamentos teóricos acerca de la motivación.
Por
- Julio Moisés Campos Alvarenga, Lic. En Ciencias de la Educación, especialidad Educación Física, Deporte y Recreación. Maestría en Actividad Física: Entrenamiento y Gestión Deportiva
- Karen Marleny Vásquez Avalos, Licda. en Piscología. Máster en Educación y Aprendizaje
Entendiendo la motivación
La motivación es uno de los aspectos psicológicos que más se relaciona con el desarrollo humano, y como otros términos en el área de la psicología, se ha tratado de definir, como un intento de explicar las causas del comportamiento de las personas (Franco, 2019).
La motivación se caracteriza por la variabilidad, es decir, cambia de una persona a otra, y en una misma persona, puede cambiar según distintos momentos o situaciones; está en continuo movimiento de flujo, en estado de crecimiento o declive incesante.
En términos generales, la motivación es la fuerza o impulso que mueve a la persona a realizar ciertas acciones y persistir en su realización. Etimológicamente, el término motivación indica que es “lo que mueve” a una persona a comportarse como lo hace. Obviamente estos motivos cambian entre persona y persona, tanto en intensidad como en importancia.
Robbins (1999), concreta su definición como el deseo de hacer mucho esfuerzo por alcanzar las metas propuestas, condicionado por la necesidad de satisfacer alguna necesidad individual.
Stoner (1996), por su parte, señala que la motivación es una característica de la psicología humana, que incluyen factores que ocasionan, canalizan y sostienen la conducta humana, lo que hace que las personas funcionen.
Estos autores y muchos otros, han considerado la motivación como un concepto explicativo de la conducta, relacionada con la fuerza o energía que activa, dirige y mantiene el comportamiento humano (Guillén García, 2003).
Como se resaltaba anteriormente, la motivación de las personas por algo en concreto, en este caso la actividad física, no siempre es igual o se repite, ni sigue un patrón o mismo camino.
Por lo tanto, no es una variable que se puede observar directamente, sino que se infiere a través de la manifestación externa de ciertas conductas, por lo que no existe una sola teoría que pueda explicarla de manera global.
La motivación está influenciada por un conjunto de aspectos que se relacionan entre sí, y son propias al resultado final, que sería la conducta de la persona propiamente dicha.
Estos aspectos son:
Aspectos relacionados con la motivación.
Al igual que las áreas vitales de la persona, estos aspectos se complementan entre sí, por lo que al afectar una de ellas, las otras se verán afectadas también, en mayor o menor medida, según las características de la persona. En este artículo, vamos a profundizar sobre la desmotivación relacionada con la práctica de actividad física regular.
Motivación intrínseca y extrínseca
Las teorías sobre motivación intrínseca y extrínseca se basan por una parte en el componente más instintivo del hombre y por el otro lado en la fuerza del aprendizaje como motivador de la conducta del ser humano (De Dios González , 2018). Esta idea sirve para explicar y comprender la orientación de algunas conductas, orientación determinada y dirigida a través de pensamientos de la persona, no solo efectivos sino, desde el punto de vista psicológico, saludables.
Las conductas intrínsecamente motivadas son aquellas que la persona emite para sentirse realizado, mantener la salud y bienestar, divertirse, etc. Estos aspectos coinciden con lo que socialmente se definen como “sanos” (Sánchez Acosta, 2002).
El mismo autor menciona que las personas con motivaciones extrínsecas están centradas u orientadas en las recompensas externas obtenidas por su conducta. Dichas recompensas pueden ser muy variadas, pueden ser ganar, obtener dinero, reconocimiento social, fama, etc.
En personas poco motivadas intrínsecamente, la participación en actividades deportivas puede verse impulsada por la motivación externa, o recompensas.
Motivando a quienes no están motivados
Los niños y jóvenes presentan diferencias en sus respectivas etapas de desarrollo, madurez y percepción de la realidad (Mansilla A, 2000). En la infancia los niños tienden a ser más auténticos y sinceros y expresarse de manera más libre; en la adolescencia el joven tiene mucho temor al rechazo, por lo cual, pueden ocultar bastante bien lo que le molesta o no le agrada.
Una característica común, es que tienen predisposición a disfrutar de la práctica de actividad física, sobre todo en juegos y actividades deportivas, pero su entorno familiar, social y escolar pueden influir en gran medida en esta motivación, para fortalecerla o disminuirla.
Las clases de educación física y juegos realizados en los recreos suelen ser de las actividades que más disfrutan en el tiempo escolar. Sin embargo, la falta de motivación puede pasar desapercibida por maestros e incluso los padres de familia.
Uno de los mejores instrumentos con el que cuenta una persona para poder determinar si alguien está motivado o no, es la observación. Tanto en niños como en jóvenes la falta de motivación hacia la actividad física se evidenciará en el comportamiento observado, y en la conducta que presente en los diferentes contextos en los cuales se desenvuelve. Por ejemplo, si un niño no realiza los ejercicios en clase de educación física, o los realiza de manera pobre y displicente, son señales que no está motivado. Sin embargo, es importante determinar si esta falta de motivación es realmente hacia la práctica de cualquier tipo de actividad física, ya que también puede ser otro factor, como malas relaciones sociales con sus compañeros de clase, o alguna dificultad con los docentes. Para ello, podemos apoyarnos de los resultados que el estudiante obtiene en el desarrollo de los diferentes ejercicios de la clase, junto a una comunicación fluida y constante.
El niño podría presentar desanimo para comer, levantarse, ir al colegio, etc. De igual forma podría presentar llanto repentino, inexpresión emocional ante diferentes actividades, entre otras conductas.
El adolescente, al tener diversas responsabilidades en su día a día, puede comportarse de manera indiferente y apático al desarrollo de tareas y actividades encomendadas, podría estar irritable también o con un semblante un poco más triste.
Será necesario entonces, indagar y conocer su entorno familiar y personal, para poder determinar adecuadamente las causas que generan la falta de motivación, y en específico, hacia la práctica de actividad física.
Una vez identificada la falta de motivación
Se debe recordar nuevamente que no existen “recetas mágicas” para motivar a alguien, por el hecho que cada persona es diferente, las causas que generan dicha desmotivación son diferentes y los elementos que pueden ayudar a aumentarla también son diferentes, por lo que cada caso es diferente entre sí.
Hay que tener en cuenta algunos factores de los que dependerá cada caso para poder brindar una ayuda adecuada:
- La edad del niño o del joven
- El apoyo familiar con el que se cuente
- Los recursos personales que cada uno posea
- Voluntad de la persona involucrada y sus acompañantes
- Las metas y objetivos que cada persona se establezca
Por otro lado, el establecimiento de objetivos y metas claras, precisas y realistas es lo que servirá de parámetro o guía para controlar el avance del proceso (Campos, 2019). Estas se consiguen mediante el esfuerzo personal de la persona involucrada, que puede automotivarse de varias maneras, una de ellas es valorando lo que puede obtener al conseguir la meta propuesta, como satisfacción personal y, por otro lado, recibir estímulos externos, como recompensas materiales o tangibles.
En el ámbito educativo, los docentes deben contribuir en brindar esos estímulos externos, promoviendo la convivencia y motivación hacia el juego y otras actividades durante los recreos, y en el caso de educación física, el maestro será el encargado de revisar y analizar su clase, pudiendo agregar metodologías lúdicas, actividades estructuradas para el nivel físico según las edades del grupo, variedad en cuanto a acciones y movimientos a realizar, etc. con el fin de hacer su clase más amena, motivando así a sus estudiantes a la práctica de actividad física regular.
Por otro lado, en la familia se deben estrechar vínculos de comunicación y confianza, utilizando el ejemplo como principal elemento motivador. Los padres pueden dedicar unos minutos a realizar actividad física con sus hijos, lo que puede servir para fortalecer las relaciones sociales, e indirectamente, la práctica saludable de ejercitarse regularmente. Para un niño o joven, el primer y mejor ejemplo que va a tomar en cuenta será el de sus padres.
Permanencia voluntaria
Uno de los principales elementos que contribuyen a que un niño o joven se mantenga en constante actividad física es la comprobación de resultados, sobre todo si éstos coinciden con las metas y objetivos que se han propuesto. Como se mencionó anteriormente, estas metas deben ser reales, alcanzables pero que signifiquen un reto, lo cual se traduce en satisfacción personal al alcanzarlas. Una vez alcanzada la meta prevista, se puede reajustar para mejorar los resultados o agregar nuevas metas y objetivos.
Sin embargo, una actividad que en principio motiva y se disfruta, puede terminar en abandono si la atención se centra solo en los resultados de esta, dejando a un lado el proceso. Obviamente, las recompensas externas siempre ayudan a mantenerse motivado, pero el uso excesivo de las mismas puede transformar una actividad placentera en un trabajo o incluso, una carga. Su uso, entonces, debe ser equilibrado, sin olvidar que los dos tipos de motivación deben coexistir y complementarse, pudiendo inclusive, hacer que prevalezca una u otra dependiendo de la situación, según sea necesario.
La mala utilización de recompensas externas es capaz de disminuir o incluso desaparecer la motivación intrínseca (Dosil & Caracuel, 2003). En este sentido, es necesario establecer dos funciones que debe cumplir la recompensa externa, por un lado, cuando al participante se le sale una actividad de su autocontrol (esto hará que la persona se motive a regresar a los límites que puede controlar) y por el otro lado la función informativa, que informa al participante que está haciendo las cosas bien, lo cual motivará a continuar por ese mismo camino.
Concluyendo, las formas para motivar a un niño o joven hacia la práctica de actividad física pueden variar de un extremo a otro, debido a las características personales de cada individuo, su entorno, nivel de apoyo, etc. Tanto el padre de familia como los maestros deben ser muy observadores en las conductas y desempeño técnico físico, brindar entornos de confianza y comunicación para el mejor abordaje posible, estableciendo metas claras, reales, alcanzables y que supongan un reto, pero, sobre todo, dando el ejemplo de buenos hábitos y prácticas saludables. ¡Disfruta la actividad física!
REFERENCIAS
- Campos Alvarenga, J. M. (2019). Efecto de un programa de actividad física sobre la motivación hacia la práctica deportiva en adultos.
- De Dios González , S. (2018). Diferencias entre la motivación intrínseca y extrínseca. La Mente es Maravillosa.
- Dosil, J., & Caracuel, J. C. (2003). Psicología aplicada al deporte. Madrid: McGraw Hill.
- Franco, F. S. (2019). La motivación es la clave para la mejorar. La Mente es Maravillosa.
- Guillén García, F. (2003). Psicopedagogía de la actividad física y el deporte. Armenia: Kinesis.
- Mansilla A, M. E. (2000). Etapas del desarrollo humano. Revista de Investigación en Psicología, 3(2).
- Robbins, S. P. (1999). Comportamiento Organizacional. México: Pearson Educación.
- Sánchez Acosta, M. (2002). La preparación psicológica del deportista. Armenia: Kinesis.
- Stoner, J. (1996). Administración. México: Pearson Educación.
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